@rchivos Nº 5, diciembre 2024
DE CIENCIA Y TECNOLOGÍA ISSN 2953-4852 (en línea)
@rchivos 119
ambiental.
Ahora bien, la gestión ambiental/territorial trae consigo ciertas ventajas. En
principio, nos permite alcanzar rápidamente una perspectiva transversal del territorio, ya
que los problemas analizados pueden arrojar variables sociales, económicas, políticas y
ecoló-gicas. Por ejemplo, un problema de contaminación de un arroyo puede estar
vinculado a la habilitación de una industria que, desde el punto de vista social es relevante,
ya que emplea a un gran porcentaje de habitantes de una ciudad; un problema de
contaminación de humo puede deberse tanto a incendios naturales como a la quema de
pastizales como práctica cultural, a la bajante de un río o a los cambios de usos de suelo
devenidos del emplazamiento de proyectos inmobiliarios y/o productivos en zonas no
aptas para ellos, entre otros.
Esta característica de complejidad nos permite deducir que en la práctica este tipo
de planificaciones -en ciertas escalas- pueden -o deberían- ser una herramienta de planifi-
cación estratégica integral de un ambiente. Esto permitiría integrar diversas dimensiones
o subsistemas de los problemas que se analizan, ya que en la realidad sus causas son múlti-
ples y por tanto no pueden ser estudiadas aisladamente, una característica propia de los
sistemas complejos (García, 2006). En definitiva, la gestión de sistemas complejos requiere
herramientas integradoras, y es en ese contexto que la planificación estratégica ambiental
emerge como una respuesta clave para articular soluciones sostenibles frente a estas nece-
sidades.
Metodología de planificación y su retroalimentación con la de implementación
El primer paso de un proceso proyectual ambiental es el del diagnóstico holístico,
que posee dos niveles de comprensión: un primer nivel de análisis lineal y un segundo ni-
vel de análisis relacional (Mihura, 2017). El proceso de diagnóstico permite ir reconociendo
progresivamente el territorio, es decir, sus dinámicas, conflictos y potencialidades. La
profundidad y claridad del mismo son determinantes para los pasos por seguir y, en
definitiva, lograr una planificación asertiva. A su vez, este diagnóstico es el que nos
orientará no sólo en la planificación o proyección del ambiente, sino que nos mostrará los
puntos de intervención donde puede iniciarse la gestión, los “subsistemas decisores” e
interfases conflicti-vas de mayor acción multiplicadora negativa (Pesci et. al, 2007).
Es importante destacar que no existe un único diagnóstico ni una única planificación
posible, por lo que una planificación asertiva es, en definitiva, aquella que permite una