Notas
Viscay, L., Las energías “renovables” como o “alternativas” de inclusión social en la población rural de Entre Ríos
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no utilizan carbón (valores que a grandes rasgos hoy se mantienen, si bien dentro de los
hidrocarburos, el gas ha aumentado su participación en relación al petróleo)
, por lo que
el probable agotamiento del petróleo que entonces acechaba a la Humanidad vaticinaba
un sismo de proporciones mayores, sin precedentes, un proceso global de cambios pro-
fundos capaz de poner en jaque el modelo civilizatorio occidental.
Ocurre que tratándose de un recurso natural no renovable, y por ende finito, los
yacimientos de petróleo (y gas) alcanzan un punto máximo de extracción, lo que en la
jerga petrolera se conoce como “Peak Oil” (o pico de la producción). Si bien el pico no es
lo mismo que el agotamiento (ya que este último alude al período de caídas de las reservas
y los suministros), Marion King Hubbert (autor de la “teoría del pico”) señalaba que una
cosa lleva a la otra, o que el pico es la antesala del agotamiento, dado que cuando un yaci-
miento alcanza su punto máximo de extracción, la tasa de producción entra en declive
terminal hasta llegar -a veces rápidamente- a su agotamiento (Hubbert, 1949). Cabe recor-
dar que en 1956 Hubbert había pronosticado el colapso en la producción del petróleo nor-
teamericano para fines de los ‘60 o principios de los ‘70, lo cual se corroboraría en 1971
cuando, en efecto, se produjo el pico del petróleo estadounidense. Como consecuencia, el
American way of life -edificado sobre la base del petróleo (o, quizás mejor, del petróleo
barato)- comenzaba a ponerse en duda. Es obvio que en esa época nadie se imaginaba que
en el siglo XXI iban a emerger los yacimientos “no convencionales”
que -de acuerdo a los
volúmenes prospectados- podrían satisfacer largamente las necesidades energéticas ame-
ricanas –y de todo el mundo occidental- ante una eventual escases de hidrocarburos de
yacimientos convencionales.
Fue así que el epíteto “alternativas” cayó prácticamente en desuso, no solo por el ad-
venimiento del fenómeno de los yacimientos no convencionales, sino porque como funda-
mento se fue debilitando, ya que el panorama que entonces ofrecían las propuestas de re-
En 1970, la participación de los hidrocarburos en la matriz energética de Argentina era del 89% (petróleo:
71%, gas: 18%). Fuente: Fundación YPF (https://energiasdemipais.educ.ar/edmp_lecturas/matriz-energetica/).
Reservorios de hidrocarburos (petróleo y gas) que generalmente se encuentran a gran profundidad y en es-
tratos poco permeables y compactos (roca madre), como esquistos (shale), arenas compactas (tight sands) o
mantos de carbón (coalbed methane) (López Anadón et al., 2013).
Para hacerse una idea cabal de lo que ello significa, según un informe de la Administración de Información
Energética del Departamento de Energía de Estados Unidos sobre las perspectivas mundiales del shale gas,
solo en la Argentina habría “recursos técnicamente recuperables” por 774 TCF (billones de pies cúbicos), lo
cual ubicaría al país en el tercer lugar del mundo (con un 11% del total estimado a nivel global), detrás de China
(1275 TCF) y Estados Unidos (862 TCF). Eso significa que las reservas totales de gas natural del país (de yaci-
mientos convencionales), que llegaban a 13,4 TCF (Academia Nacional de Ingeniería, 2011), representaban solo
el 1.73% del gas shale disponible.