Las energías “renovables” como “alternativas” de inclusión
social en la población rural de Entre Ríos
“Renewable” energies as “alternatives” for social inclusion in the rural population of Entre Ríos
Lautaro Viscay
Fecha de recepción: 01/08/2024
Fecha de aceptación: 14/10/2024
¿Renovables o alternativas?
Pese a la controversia existente en torno a la nominación de las fuentes energéticas
sustitutivas de las convencionales, como los hidrocarburos (petróleo y gas natural) y el
carbón, no es un juego de palabras aludir a las energías “renovables” como “alternativas”,
tal como se hace en el título de este ensayo. Las hoy denominadas “energías renovables”
fueron originalmente caracterizadas como “alternativas”, conforme representaban según
se infería entonces- una opción (o una alternativa, valga la redundancia) de reemplazo
para las fuentes no renovables, en particular de los hidrocarburos. El interés particular que
cobraron ese tipo de energías en la década de los ’70 no obedec a estrategias o planes de
índole ecológica (como de conservación de reservas petrolíferas o de disminución de emi-
siones de gases de efecto invernadero GEI- procedentes de la quema de combustibles
fósiles); en todo caso germinó como una respuesta a la emergencia del agotamiento en
cierne de las fuentes de petróleo y gas de yacimientos convencionales. No hay que olvidar
que la participación de los hidrocarburos en la matriz energética primaria de gran parte
de Occidente
1
superaba entonces el 50%, oscilando entre el 85% y 90% en los países que
Consultor de Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Dirección
de contacto: goni.ricardo@uader.edu.ar
1
El término “Occidente” no remite a un área geográfica ni a representación cartográfica alguna, sino a una
construcción ideológica, a una cosmovisión, a un modelo civilizatorio. Es decir, al sincretismo entre el mundo
grecorromano, la cristiandad, la filosofía cartesiana, el discurso colonialista de la modernidad y el positivismo
del siglo XIX (Goñi y Goñi, 2024).
Notas
Viscay, L., Las energías “renovables” como o “alternativas” de inclusión social en la población rural de Entre Ríos
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no utilizan carbón (valores que a grandes rasgos hoy se mantienen, si bien dentro de los
hidrocarburos, el gas ha aumentado su participación en relación al petróleo)
2
, por lo que
el probable agotamiento del petróleo que entonces acechaba a la Humanidad vaticinaba
un sismo de proporciones mayores, sin precedentes, un proceso global de cambios pro-
fundos capaz de poner en jaque el modelo civilizatorio occidental.
Ocurre que tratándose de un recurso natural no renovable, y por ende finito, los
yacimientos de petróleo (y gas) alcanzan un punto máximo de extracción, lo que en la
jerga petrolera se conoce como “Peak Oil” (o pico de la producción). Si bien el pico no es
lo mismo que el agotamiento (ya que este último alude al período de caídas de las reservas
y los suministros), Marion King Hubbert (autor de la “teoría del pico”) señalaba que una
cosa lleva a la otra, o que el pico es la antesala del agotamiento, dado que cuando un yaci-
miento alcanza su punto máximo de extracción, la tasa de producción entra en declive
terminal hasta llegar -a veces rápidamente- a su agotamiento (Hubbert, 1949). Cabe recor-
dar que en 1956 Hubbert había pronosticado el colapso en la producción del petróleo nor-
teamericano para fines de los ‘60 o principios de los ‘70, lo cual se corroboraría en 1971
cuando, en efecto, se produjo el pico del petróleo estadounidense. Como consecuencia, el
American way of life -edificado sobre la base del petróleo (o, quizás mejor, del petróleo
barato)- comenzaba a ponerse en duda. Es obvio que en esa época nadie se imaginaba que
en el siglo XXI iban a emerger los yacimientos “no convencionales”
3
que -de acuerdo a los
volúmenes prospectados- podrían satisfacer largamente las necesidades energéticas ame-
ricanas y de todo el mundo occidental- ante una eventual escases de hidrocarburos de
yacimientos convencionales.
4
Fue así que el epíteto “alternativascayó prácticamente en desuso, no solo por el ad-
venimiento del fenómeno de los yacimientos no convencionales, sino porque como funda-
mento se fue debilitando, ya que el panorama que entonces ofrecían las propuestas de re-
2
En 1970, la participación de los hidrocarburos en la matriz energética de Argentina era del 89% (petróleo:
71%, gas: 18%). Fuente: Fundación YPF (https://energiasdemipais.educ.ar/edmp_lecturas/matriz-energetica/).
3
Reservorios de hidrocarburos (petróleo y gas) que generalmente se encuentran a gran profundidad y en es-
tratos poco permeables y compactos (roca madre), como esquistos (shale), arenas compactas (tight sands) o
mantos de carbón (coalbed methane) (López Anadón et al., 2013).
4
Para hacerse una idea cabal de lo que ello significa, según un informe de la Administración de Información
Energética del Departamento de Energía de Estados Unidos sobre las perspectivas mundiales del shale gas,
solo en la Argentina habría “recursos técnicamente recuperables” por 774 TCF (billones de pies cúbicos), lo
cual ubicaría al país en el tercer lugar del mundo (con un 11% del total estimado a nivel global), detrás de China
(1275 TCF) y Estados Unidos (862 TCF). Eso significa que las reservas totales de gas natural del país (de yaci-
mientos convencionales), que llegaban a 13,4 TCF (Academia Nacional de Ingeniería, 2011), representaban solo
el 1.73% del gas shale disponible.
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emplazo y reconversión de los derivados del petróleo a partir de fuentes de generación re-
novables era insuficiente en cuanto a la escala de producción. Incluso hoy por hoy, pese a
las innovaciones que vienen liderando en concomitancia con las tecnologías digitales, no
constituyen un modelo energético que en la práctica pueda servir como sustituto de los
hidrocarburos. Entonces las energías alternativas pasaron a ser denominadas, predomi-
nantemente, “energías renovables”, si bien no existe un consenso sobre el alcance del tér-
mino: algunos lo utilizan para referirse a aquellas energías que se generan en fuentes re-
novables; otros lo aplican para las energías cuya generación no demanda procesos de que-
ma de combustibles fósiles, con lo cual también incluyen a la energía nuclear, pese a que
no procede de fuentes renovables. No obstante, en el transcurso de la década de 2010, las
energías renovables sobre todo la eólica y la solar fotovoltaica comenzaron a posicionar-
se dentro del imaginario capitalista como una potencial nueva panacea, no solo porque las
innovaciones lideradas por este tipo de energías podría evitar la catástrofe climática y am-
biental sino, además, porque ya eran vislumbradas como activos financieros que ayudarían
al capitalismo global a superar la crisis e ingresar en un nuevo ciclo de prosperidad (Hur-
tado, MS).
Más allá de los desencuentros que suscita el encuadre de las hoy denominadas “ener-
gías renovables” (que se suelen evitar al referirlas como “energía no convencionales” o
“energías limpias”), a los efectos de este trabajo, el término remite a tres variables de ge-
neración energética de baja escala que obviamente sin ser las únicas- aquí se proponen
para superar el déficit energético de la población rural de la provincia de Entre Ríos: (a) a
la transformación de la radiación solar en energía eléctrica mediante el uso de paneles fo-
tovoltaicos; (b) a la transformación de la energía cinética de los vientos en electricidad
mediante la utilización de molinos o aerogeneradores; por último, (c) a la transformación
de la energía cinética de las corrientes de ríos y arroyos en electricidad mediante el uso de
turbinas hidráulicas flotantes.
En ese marco, de modo preliminar se propone aquí resignificar el uso de energías re-
novables en el corto plazo para satisfacer la demanda energética de la población rural, pro-
moviendo el uso de estas fuentes que -entonces - se conviertirían en “alternativas” para
un vasto sector rural de la población entrerriana con un déficit crítico (en particular, los
que viven de manera dispersa) o con un servicio eléctrico de red deficitario, tal como ocu-
rre en los conglomerados rurales, cuyas posibilidades de inclusión social se han visto cerce-
nadas por la carencia o el acceso limitado a la electricidad. Es de destacar que la ausencia
Notas
Viscay, L., Las energías “renovables” como o “alternativas” de inclusión social en la población rural de Entre Ríos
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(o deficiencia en la prestación) del servicio de energía eléctrica en la población rural cons-
tituye un indicador clave para evaluar la brecha de desigualdades que, en términos gene-
rales, separan las condiciones de vida de ésta con la de la población urbana, en razón de
ver restringidas sus posibilidades de desarrollo por falta de oportunidades económicas y
sociales debido al limitado acceso a la electricidad (World Energy Council, 2006).
La población rural en la provincia de Entre Ríos
Según el criterio demográfico del Instituto Nacional de Estadística y Censos Instituto
Nacional de Estadística y Censos (INDEC), en la Argentina la “población rural” comprende
al sector poblacional que vive en localidades de menos de (o hasta) 2.000 habitantes, cri-
terio que no es homogéneo en todos los países latinoamericanos
5
. A su vez, según la den-
sidad poblacional de tales localidades, este sector se divide en dos grupos: (a) “población
rural aglomerada” (en adelante PRA), que es la que habita en pequeños centros de conglo-
merados de población, y (b) “población rural dispersa” (en adelante PRD), que es la vive
diseminada en el territorio o a campo abierto.
Desde el punto de vista socio-económico y cultural, la población rural se caracteriza,
entre otros rasgos, por estar localizada en espacios abiertos, con gran presencia de natura-
leza; por asumir a la actividad agropecuaria como motor de su economía; por mantener
relaciones laborales generalmente basadas en emprendimientos familiares, con escasa ma-
no de obra asalariada y empleos ad-hoc (temporarios y para fines específicos); por último,
en términos generales, por tener un ritmo de vida menos vertiginoso que el de los centros
urbanos. En otro orden, no puede soslayarse que gran parte de la población rural peque-
ños productores y campesinos- no tiene acceso a la tenencia de la tierra (recurso funda-
mental y fuente principal de riqueza), un asunto central de su marginalidad comercial y
social, que se potencia por el hecho de estar alejada o incomunicada de los grandes centros
de consumo. Por ello, en términos generales, La población rural, especialmente los peque-
ños productores y campesinos, viven en condiciones de vida por debajo del “confort” de
los sectores altos y medios-altos de la población urbana. Esto se refleja en el acceso limita-
do a bienes y servicios esenciales, como la electricidad, el agua potable, la conectividad y
la digitalización. De interés para el presente trabajo es señalar que la ausencia (o deficien-
cia en la prestación) del servicio de energía eléctrica constituye un aspecto clave de las de-
5
Por ejemplo, para el Instituto Nacional de Estadística y Geografía de México, una población rural es aquella
que tiene menos de 2.500 habitantes.
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sigualdades que separan a la población rural de la urbana. Al respecto, la ONU ha señalado
que el acceso a los servicios energéticos constituye un instrumento vitsl para la reducción
de la pobreza y la mejora de las condiciones de vida de la población mundial (ONU, 2010).
En la provincia de Entre Ríos la población rural está representada por un sector muy
importante desde el punto de vista cuantitativo, si bien no escapa al fenómeno nacional y
aun latinoamericano de la continua migración de la población rural hacia los centros urba-
nos (véase el Cuadro 1).
6
Según el censo 2001, el 17.51 % de la población pertenecía al sector
rural (202.733 habitantes), porcentaje que -según el censo 2010- se redujo al 14.28% (176.437
habitantes). Nótese que ambos porcentajes están superan el valor medio nacional, que era
10.3% (2001) y 8.9% (2010). Más aún, sobre un total de 78 municipios y 194 juntas de gobier-
no que hay en la provincia (que hacen un total de 272 localidades), alrededor de 216 no
superan los 2.000 habitantes, lo cual se traduce en que aproximada ente el 80% de las po-
blaciones entrerrianas pertenecen al sector rural (Gobierno de Entre Ríos, 2018).
Sin embargo, pese a no estar procesados los datos de población rural en Entre Ríos,
se estima que el Censo 2022 confirmaría la sostenida tendencia de migración del campo
hacia las áreas urbanas”
7
en la Argentina, un fenómeno de despoblamiento que alcanza a
los habitantes rurales como reflejo de la falta de apoyo al trabajo productivo organizado
bajo modalidades flexibles y solidarias, el incremento de actividades extractivas (extensi-
vas e intensivas) para ampliar la oferta exportable y, desde el punto de vista educativo, la
ausencia (o escasez) de procesos formativos que refuercen el arraigo, a lo que hay que agre-
gar el exacerbación de la cultura neocolonial dominante que alienta un “consumo conspi-
cuo” (emulación del consumo de los estratos dominantes bajo formas “folklóricas”, esque-
máticas y simplificadas) y que conduce a la desorganización social (Halperin, 2016).
Cuadro 1. Población provincia de Entre Ríos
Censos
2001
2010
2022
%
#
%
%
#
Población Total
100
1.158.147
100
100
1.425.578
Población Urbana
82.49
955.414
85.72
s/datos
s/datos
Población Rural
17.51
202.733
14.27
s/datos
s/datos
6
No han sido procesados, o no están disponibles, los datos correspondientes al censo 2022, excepto el de po-
blación total (https://www.entrerios.gov.ar/dgec/)
7
https://agroverdad.com.ar/2022/05/el-censo-2022-confirmaria-la-sostenida-tendencia-de-migracion-del-
campo-hacia-las-areas-urbanas
Notas
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Fuentes: INDEC (2001, 2010)
Por su parte, dentro de la población rural, el 71.2% (144.345 habitantes) pertenecía a
la PRD (Censo 2001), porcentaje que disminuyó en 2010 al 65.8% (116.055 habitantes),
mientras que el 28.8% (58.388 habitantes) y 34.2% (60.382 habitantes) pertenecía a la PRA
en 2001 y 1010 respectivamente (Cuadro 2).
8
Cuadro 2. Población Rural provincia de Entre Ríos
Censos
2001
2010
2022
%
#
%
%
#
Población Rural Total
100
202.733
100
s/datos
s/datos
Población Dispersa (PRD)
71.2
144.345
65.8
s/datos
s/datos
Población (PRA)
28.8
58.388
34.2
s/datos
s/datos
Fuentes: INDEC (2001, 2010)
Desde el punto de vista productivo y laboral, si bien se trata de una población hete-
rogénea (pequeños y medianos productores, peones rurales, trabajadores informales, pes-
cadores, etc.), este sector abarca a gran parte de los productores agropecuarios incluidos
dentro de la Agricultura Familiar, Campesina e Indígena (reconocida en la Argentina por
la ley de “Reparación Histórica” del sector sancionada el 17 de diciembre de 2014, la Ley
Nacional N° 27.118).
9
Cabe mencionar que antes de la sanción de la ley nacional antes cita-
da, por Resolución del Grupo Mercado Común (GMC 25/07)
10
, se habían establecido los
presupuestos mínimos para enmarcar la agricultura familiar de todos los países del Merco-
sur, incluyendo a la Argentina. Allí se acordaron los siguientes criterios: (a) que la mano
de obra en el establecimiento sea predominantemente del núcleo familiar, (b) que la fami-
lia sea la responsable directa de la producción y gestión de las actividades agropecuarias,
(c) que su residencia esté en el propio establecimiento o en una localidad próxima, y (d)
que los recursos productivos utilizados sean compatibles con la capacidad de trabajo de la
familia, con la actividad desarrollada y con la tecnología utilizada (lo que supone una re-
lación directa entre la capacidad de los agricultores y el uso de los recursos). La norma a
8
Al igual que en el Cuadro 1, no han sido procesados, o no están disponibles, los datos correspondientes al
Censo 2022.
9
Ley 27.118/2014, norma que declara de interés público la Agricultura Familiar, Campesina e Indígena:
https://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/240000-244999/241352/norma.htm
10
MERCOSUR/GMC/RES 25/07: Directrices para el reconocimiento e identificación de la Agricultura Fa-
miliar en el Mercosur: http://www.sice.oas.org/Trade/MRCSRS/Resolutions/Res2507.pdf
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su vez incluyó a aquellos productores rurales sin tierra, beneficiarios de los procesos de re-
forma agraria o programas de acceso y permanencia en la tierra, así como las comunidades
de productores que hacen uso común de la tierra. Es decir, más allá de los diversos enfo-
ques y las heterogeneidades propias de cada país,
11
el resultado más categórico de esta reso-
lución fue la identificación de un nuevo sujeto político a escala regional, más que una cate-
goría en misma, potencial destinatario de políticas públicas específicas fijadas para el
sector a nivel regional o por iniciativa individual de cada país miembro. Por otra parte, la
agricultura familiar cuenta con otros atributos de orden cualitativo que la distinguen de
otros sectores de la producción agropecuaria, entre los que se destacan -a propósito de es-
te ensayo- el uso de fuentes renovables de energías, la aplicación de técnicas agroecológi-
cas, el acortamiento de las distancias de traslado de los productos (con lo cual reduce los
costos y mejora la calidad nutricional de los alimentos), la diversificación de los productos
de la tierra (contracara del monocultivo), entre otros.
Desde el punto de vista social, la PRD nuclea al sector más vulnerable de la ruralidad,
consecuencia quizás de su propio aislamiento. Se trata de un grupo de población cuyas po-
sibilidades de acceso a la energía eléctrica convencional son muy restringidas, dado que la
relación entre los costos (altos) del tendido de la red y eñ número de usuarios (bajo) hace
prácticamente inviable el servicio. La PRA, aunque menos vulnerable que la PRD, también
sufre las consecuencias de la concentración de la explotación agrícola, la pérdida de fuen-
tes de trabajo, la merma sustancial en la diversidad productiva, el mal estado de los cami-
nos, la clausura de vías férreas, el deterioro de la infraestructura en comunicaciones y la
falta de oportunidades para el desarrollo económico y social de los jóvenes, que tienen que
procurar otras opciones de vida fuera de su lugar de origen. En ese contexto, si bien estas
poblaciones cuentan por lo general con el suministro eléctrico convencional, las redes son
relativamente débiles, de baja potencia, escasa estabilidad durante los picos de consumo,
con frecuentes interrupciones (y de larga duración) del servicio y, por lo tanto, ineficientes.
Propuesta: las energías renovables como alternativas
Caracterizar las energías renovables como alternativas de sustitución de los hidro-
carburos en la matriz energética primaria constituye, hoy por hoy, un fundamento de poco
11
La agricultura familiar comprende un amplio conjunto de actores que, según los países, tienen distintas
denominaciones, no necesariamente compatibles entre sí: campesinos, minifundistas, pequeños productores
agropecuarios.
Notas
Viscay, L., Las energías “renovables” como o “alternativas” de inclusión social en la población rural de Entre Ríos
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peso debido a la exigua escala de producción de este tipo de energías como se señaló más
arriba. También tiene poco peso fundamentarlas como respuesta al cambio climático, no
por poner en duda que las emisiones de GEI sean una de las causas del fenómeno sino por
las razones de escala de producción antes señaladas, que hacen que su participación en la
matriz energética sea muy menor. Adicionalmente, no se debe soslayar que en el ámbito
rural de la provincia de Entre Ríos las emisiones de GEI no son significativas, incluso des-
preciables, en el contexto global. En ese marco, aquí se propone resignificar el papel de las
energías renovables desde otra perspectiva, mucho más acotada y muho menos rimbom-
bante, aunque igualmente importante. Se trata, en efecto, de resignificar el papel de este
tipo de energías como alternativa para la población rural entrerriana, como se dijo, un sec-
tor cuyo déficit de energía eléctrica (ya sea por ausencia total o deficiencias en la presta-
ción del servicio) constituye un escollo para sus posibilidades de desarrollo.
Esta alternativa tiene que ser analizada, por un lado, como una instancia para acotar
la brecha social existente entre la población rural y la urbana debido a las desigualdades en
el acceso al servicio eléctrico y, por añadidura, a la conectividad y posibilidades de acceso
a la digitilización; por el otro, como una posibilidad de mejorar las condiciones de produc-
ción en el sector de la Agricultura Familiar, Campesina e Indígena, gran parte del cual tiene
grandes dificultades para acceder a los servicios antes mencionados de manera eficiente
(e.g., tambos, avicultura) así como al servicio de agua apta para el consumo humano, insu-
mos insustituibles en cualquier emprendimiento agrario, ambas prestaciones remediables
a partir del uso de fuentes renovables.
Se ha constatado que existe la posibilidad cierta de proveer de electricidad de origen
renovable a un vasto sector de la población que vive de manera dispersa, o “a campo abier-
to” (PRD), que carece totalmente del servicio de energía eléctrica y cuyas posibilidades de
acceso a las redes convencionales, como se señaló, son remotas sino inalcanzables. Ello
podría mitigarse con la instalación a escala domiciliaria de paneles fotovoltaicos de baja
potencia, capaces de cubrir las necesidades básicas donde existe un déficit crítico de ener-
gía eléctrica. Existen antecedentes, como el Proyecto de Energías Renovables en Mercados
Rurales (PERMER)
12
, una política pública de alcance federal puesta en marcha en 1999 en
el ámbito de la entonces Secretaría de Energía de la Nación, donde funcionaba la Unidad
de Coordinación, y que en 1917 fue trasferida a la Subsecretaría de Energías Renovables del
12
www.argentina.gob.ar/energia/permer
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Ministerio de Energía y Minería (Resolución 268-E/2017).
13
Se trata de un proyecto de electri-
ficacn con la utilización de fuentes renovables de generación, principalmente fotovoltai-
ca, destinado a abastecer a la PRD ubicada lejos de los centros urbanos y/o en zonas de di-
fícil acceso al servicio eléctrico convencional.
De acuerdo a la información oficial, en la provincia de Entre Ríos se instaló el servicio
en 997 viviendas y, si bien la Unidad Ejecutora sigue en funciones, las últimas obras datan
de 2012.
14
Sin embargo, muchas experiencias fueron interrumpidas por incumplimientos
de pagos por parte de los usuarios, por interrupciones en el seguimiento de los proyectos,
por abandono de los equipos ante la falta de mantenimientos técnicos, entre otras razones,
lo que no le quita valor al proyecto; más bien plantea el desafío de mejorarlo y ampliarlo
dado que hasta el momento no se cuenta con otra herramienta que permita abordar el
problema del déficit crítico de energía eléctrica existente en la PRD a nivel provincial. No
debe perderse de vista que, pese a que no se cuenta con un relevamiento fidedigno que
permita saber con exactitud a cuánto asciende el déficit crítico, gran parte del mismo co-
rresponde a la población rural, en particular a la PRD. En un estudio de factibilidad sobre
el abastecimiento eléctrico de la PRD realizado en 2011 por la Secretaría de Energía de
Nación se estimaba un déficit del 28,43% (Secretaría de Energía, PERMER, 2011), datos que
se aproximan a los obtenidos por relevamientos (inéditos) más recientes de las juntas de
gobiernos o las autoridades departamentales.
Por otra parte, es factible mejorar el servicio eléctrico de las PRA donde existen servi-
cios convencionales (redes), aunque deficientes. Para ello se propone la puesta en marcha
de pequeños centros de generación renovables (parques fotovoltaicos y/o eólicos, turbinas
flotantes) de entre 250 KW y 1 MW de potencia, e inyectar el producido en las redes con-
vencionales, a localizar en las inmediaciones de las instalaciones de las empresas distribui-
doras de energía eléctrica de esas poblaciones. Con ello se procuraría estabilizar la red du-
rante los períodos u horarios de picos de consumo, o cuando es necesario reparar fallas re-
motas producidas en el sistema por distintos motivos (fenómenos climáticos extremos, co-
mo lluvias y tormentas inusuales, olas de calor intensas y prolongadas, etc.) que elevan los
niveles promedios de demanda o impactan sobre la infraestructura de los servicios eléctri-
cos cuya reparación requiere cortes e interrupciones del servicio por varias horas, incluso
13
https://www.argentina.gob.ar/normativa/nacional/resoluci%C3%B3n-268-2017-278139
14
De acuerdo a la página oficial del PERMER(consultada el 26 de septiembre de 2024), en Entre Ríos las obras
se ejecutaron entre 2010 y 2012: ttps://permer.se.gob.ar/contenidos/verpagina.php?idpagina=3746
Notas
Viscay, L., Las energías “renovables” como o “alternativas” de inclusión social en la población rural de Entre Ríos
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días. En otras palabras, estos centros actuarían como sostén de las redes convencionales
de la empresa distribuidora de energía eléctrica provincial -ENERSA S. A.- y las cooperati-
vas eléctricas que prestan el servicio en los conglomerados rurales.
Si bien se trata de una propuesta preliminar, a modo de síntesis cabría resaltar los
siguientes puntos:
a. la utilidad de los paneles fotovoltaicos, en términos de calidad de vida indi-
vidual, para un vasto sector de campesinos de poder acceder al servicio eléc-
trico domiciliario, aunque básico, por primera vez (PRD);
b. la relevancia social que revisten las pequeñas instalaciones de generación re-
novables como sostén del servicio convencional (PRA);
c. la importancia de mejorar el servicio eléctrico para el ámbito de la produc-
ción rural, gran parte de ellos comprendida dentro de la Agricultura Familiar,
Campesina e Indígena;
d. desde el punto de vista económico-financiero, se estima que la ejecución de
la propuesta demandará una muy baja inversión, sobre todo sopesándola con
la magnitud del problema a solucionar;
e. por último, a favor de la conservación de los bosques nativos, el papel de es-
tas energías en la sustitución de la leña, principal combustible de gran parte
de la PRD.
Corolario
En la 79° edicn de la Asamblea General de la ONU celebrada en su sede de New York
el 24 de septiembre de 2024, el presidente Javier Milei anunció que Argentina no va a adherir
al Pacto para el Futuro (ONU, 2024), una iniciativa que prevé 56 acciones para enfrentar los
mayores desafíos de la época, entre ellos el cambio climático, un fenómeno que “afecta de
forma desproporcionada a los países en desarrollo, especialmente a los que son particular-
mente vulnerables a sus efectos adversos” (ONU, op. cit.: punto 11), y en la que además se
reafirma la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible (ONU, 2015a). Al respecto, Milei criti-
có “las políticas colectivistas de la Agenda 2030"
15
promovidas por la ONU, organización a
la que caracterizó como “un Leviatán de múltiples tentáculos que pretende decidir no sólo
15
https://www.pagina12.com.ar/770010-javier-milei-califico-de-socialista-a-la-onu-rechazo-la-agen
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qué debe hacer cada Estado-Nación sino también cómo deben vivir todos los ciudadanos
del mundo mundo”. En ese marco anunció que la Argentina se retirará de dicha agenda,
como también lo hará del Acuerdo de París celebrado el 12 de diciembre de 2015 en la Con-
ferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio
Climático (ONU, 2015b)." Adicionalmente, el gobierno nacional viene desarticulando las
políticas públicas creadas para acompañar a la agricultura familiar (e.g., la eliminación del
Instituto Nacional de Agricultura Familiar, Campesina e Indígena, la cancelación del Pro-
grama “Pro-Huerta” de INTA, la eliminación de los Fondos Fiduciarios de interés para la
agricultura familiar, la intervención de la obra social de los trabajadores rurales, Osprera),
en un contexto donde la intervención estatal favorece la concentración de la propiedad y
la producción agraria en todo el país (Cátedra Libre de Estudios Agrarios “Ing. Horacio
Giberti”, 2024). Por último, aunque no se ha podido chequear oficialmente la información,
se han insinuado ajustes en el área del PERMER, como ha ocurrido en otros organismos
del Estado, por lo que no es de esperar mayores avances en el proyecto, sino más bien su
suspensión.
En ese contexto, sin la adhesión al Pacto para el Futuro, por fuera de la Agenda 2030
y del Acuerdo de París, y con la potencial interrupción del PERMER, el panorama que ofre-
ce las condiciones subjetivas de la Argentina de hoy para la promoción de las energías re-
novables es más que desalentador. Si a ello se suma el desfinanciamiento y la suspensión
de obras públicas que viene llevando adelante el gobierno nacional, en particular para el
sector rural (obras de electrificación, gasoductos, rutas, escuelas, entre otras obras de in-
fraestructura), y la desarticulación de las políticas públicas a favor de la Agricultura Fami-
liar, Campesina e Indígena, entonces cabría preguntarse ¿qué sentido tiene pensar en ini-
ciativas como la que se propones en este ensayo? Respuesta: el de esperar tiempos mejores.
Mientras tanto, habrá que seguir explorando, tal como se propone en estas páginas,
un nicho “alternativo” de las energías renovablesquizás poco examinado- en el que pue-
dan desempeñar un doble papel en la provincia de Entre Ríos: por un lado, el de acotar la
brecha de desigualdades que separa a la población rural de la población urbana, llevando
energía eléctrica a los hogares de quienes nunca la tuvieron (PRD) y mejorando el servicio
de las poblaciones que cuentan con un servicio convencional -de redes- deficitario (PRA).
No hay que perder de vista que reducir las desigualdades en el campo pasa por garantizar
que las comunidades rurales tengan acceso a energía, conectividad y una oportunidad para
acceder a la digitalización. Estos servicios son clave, además, para que los jóvenes puedan
Notas
Viscay, L., Las energías “renovables” como o “alternativas” de inclusión social en la población rural de Entre Ríos
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estudiar, trabajar y desarrollar nuevos proyectos sin necesidad de abandonar sus comuni-
dades. Mejorar la conectividad no solo acorta distancias físicas, sino que abre un mundo
de posibilidades en educación, salud y empleo. Ello quiere decir: inclusión social. Por el
otro, el de contribuir a mejorar la logística de los pequeños productores rurales, gran parte
de ellos comprendidos dentro de la Agricultura Familiar, Campesina e Indígena, sin olvi-
dar que este sector es reconocido como una promesa a nivel regional para que toda la
población tenga acceso a la alimentación, la seguridad y la soberanía alimentaria, pilares
básicos de la lucha en contra del hambre y las desigualdades en América Latina. Tampoco
hay que perder de vista que para enfrentar la inseguridad alimentaria es fundamental que
los pequeños productores puedan quedarse en el campo y seguir produciendo, lo cual re-
quiere políticas públicas de acceso a tierras, mercados y tecnologías. Cuando los agriculto-
res familiares tienen las herramientas necesarias pueden salir de su situación de pobreza,
autoabastecerse y despertar su potencial para producir alimentos y contribuir a la seguri-
dad alimentaria de todos. Ello también quiere decir: inclusión social.
Por último, si bien la propuesta tiene un alcance limitado desde el punto de vista
cuantitativo y, por supuesto, mucho menos ambicioso que el de revertir o mitigar los efec-
tos del cambio climático por sustitución de los hidrocarburos en los procesos de genera-
ción de energía (principal causa global de emisiones de GEI), debe tenerse en cuenta que
la estrategia hasta hoy validada para revertir el fenómeno del “calentamiento global” gira
en torno a la idea de transición energética (TE), donde esta propuesta llegado el caso-
tendría que ser enmarcada, sin perjuicio de su escala menor. Cabe señalar que la TE ha si-
do definida como un proceso de reemplazo de toda la infraestructura energética y de trans-
porte del planeta -basada principalmente en hidrocarburos- por una nueva infraestructura
fundada en las energías renovables. Sin embargo, para el orden global neoliberal dominan-
te, la TE tiene significados geopolíticos diferentes: cuando se refiere al subsistema de las
economías centrales significa una cosa, mientras que cuando se enfoca a la realidad de los
países de las periferias significa otra cosa muy distinta, por lo que aún está por verse cuál
podría ser el modelo de transición para la Argentina (Hurtado, MS). Por otra parte, no se
puede soslayar que la TE va a traer aparejada una serie de cambios en el régimen energético
(organización de la infraestructura; marcos regulatorios; instituciones; políticas públicas;
empresas de generación, transporte y distribución de la energía, etc.) donde el modo en
que se produce, distribuye y consume la energía será parte del entramado socioeconómico,
político y tecnológico del contexto en el que se desarrolle la transición (Hurtado, op. cit.).
@rchivos 5, diciembre 2024
DE CIENCIA Y TECNOLOGÍA ISSN 2953-4852 (en línea)
@rchivos 115
De cuál sea el papel que juegue el Estado en este proceso dependerá si la Argentina se en-
camina hacia una TE capaz de impulsar la soberanía energética y el desarrollo o, en su de-
fecto, de facilitar el extractivismo y la financierización de los recursos para consolidar su
dependencia no solo energética sino económica y geopolítica.
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Notas
Viscay, L., Las energías “renovables” como o “alternativas” de inclusión social en la población rural de Entre Ríos
@rchivo 116
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Cita: Viscay, L., 2024. “Las energías “renovables” como “alternativas” de inclusión social en la población
rural de Entre Ríos” (pp. 103-116), @rchivos de Ciencia y Tecnología Nº 5, FCyT-UADER, Oro Verde.