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Nahuel Escalada, Rumbo a la escuela de avance contínuo: discusiones de sentidos sobre la juventud y la educación
@rchivo 62
concepto de “juventudes” en su carácter amplio y relacional, incluyendo al universo de las
adolescencias en su definición, pero sin desconocer la multiplicidad de estudios que obser-
van esta etapa de la vida en particular.
La reflexión en tanto a qué se comprende como juventud permite visualizar la trans-
formación de la escuela secundaria desde otra perspectiva: ¿en qué momento de la vida se
es joven?, ¿cuáles son los deberes que tienen las y los jóvenes de nuestro país?, ¿qué in-
fluencia tiene la edad, la escuela y el trabajo en esta etapa de la vida?, son algunas de las
preguntas que introducen esta vinculación entre escuela, sociedad y juventudes.
El sistema político en el que vivimos, desde una perspectiva global, y a pesar de las
miradas críticas que se construyan, refuerza la idea de una sociedad marcada por méritos,
metas y cronologizaciones, donde el tiempo biográfico parece estar atravesado por los
tiempos del mercado y el exitismo. De este modo se construyen expectativas juveniles que,
en la mayoría de los casos, son encomendadas por el mundo adulto en el marco de transi-
ciones: familia – escuela – trabajo y, consecuentemente, el éxito. Si bien los límites respec-
to a las edades que marcan estas transiciones son difusos, sí es apreciable cómo el tránsito
por la escuela secundaria incorpora una clasificación gradualizada en términos de los tiem-
pos necesarios para cada etapa y cada saber en su preparación para la vida adulta.
Se asume un supuesto homogéneo respecto a los modos de vivir la juventud. La an-
tropóloga Mariana Chaves (2010) sostiene que la sociedad capitalista se encuentra organi-
zada entre otras clasificaciones en clases de edad, en las que se juegan relaciones de poder.
La mirada desde las edades, para la autora, ha consistido en segmentar, especializar e insti-
tucionalizar el ciclo de vida, legitimando la primacía de una clase, grado o grupo sobre
otra, con el fin de naturalizar la estamentalización, es decir, la segmentación social a partir
de las trayectorias vitales. La intervención del Estado a través de la escolarización, la salud
pública y el ejército, ha sido la mediación más visible en este sentido. Otras incidencias
vienen desde el discurso jurídico y científico, principalmente la psicología, la medicina, la
sociología funcionalista y la criminología. A partir del siglo XX el mercado de consumo, la
industria mediática y del entretenimiento se sumaron a este proceso de institucionaliza-
ción del curso de vida (Chaves, 2010).
Institucionalizar el curso de la vida, no es más ni menos que normar los modos en
que una vida debería ser vivida desde un parámetro ideal y, es en ese sentido, que aquellos
cursos que se detengan o se vean interrumpidos en ese trayecto serán vidas desidealizadas.
Frente a este enunciado es oportuno subrayar que la juventud no puede ser entendida co-