CRUSTÁCEOS DE AGUA DULCE, DE ALTO VALOR PROTEICO

Biólogos investigadores de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la Universidad Autónoma de Entre Ríos (Uader) encontraron en los ríos del Litoral, áreas potenciales de cultivo de estas especies, para consumo humano.

Un equipo de investigadores de la Universidad Autónoma de Entre Ríos ha desarrollado un proyecto denominado “Camarones, cangrejos y langostas autóctonas de la Provincia de Entre Ríos. Áreas y especies potencialmente aptas para el cultivo sustentable”, a partir del cual sugieren la posibilidad de cultivar macro crustáceos decápodos de agua dulce, con destino al consumo humano, en la zona meridional de los grandes ríos del litoral mesopotámico argentino.
Cabe resaltar que este proyecto de investigación, si bien ha culminado, ha abierto otras líneas de trabajo, siempre desde el Laboratorio de Macrocrustáceos del Instituto Nacional de Limnología (INALI), dependiente de la Universidad Nacional del Litoral, merced a un Convenio de Cooperación firmado entre dicha institución y la Facultad de Ciencia y Tecnología de Uader.
Pablo Collins, Federico Giris y Verónica Williner son los biólogos que iniciaron esta investigación allá por 1993. El estudio comprende aspectos biológicos, taxonómicos (de ordenamiento y clasificación de organismos), ecológicos y otros relacionados a la ecotoxicología y la acuicultura. Uno de los objetivos es ampliar información sobre el fenómeno de disminución de la diversidad biológica en la zona.
Las actividades de muestreo se han realizado en amplios sectores de los márgenes de los ríos Paraná y Uruguay, en Entre Ríos, y también en las provincias de Santa Fe y Córdoba, con el fin de comparar características taxonómicas y estudiar el comportamiento de las mismas especies.
A partir de los resultados encontrados, los investigadores creen en la posibilidad de desarrollar actividades de acuicultura, en las cuales el principal recurso de explotación esté constituido por ciertas variedades de camarones de origen marino, aclimatados al ambiente fluvial a través de un natural proceso de adaptación. Pues, entre las estrategias de adaptación desarrolladas por este grupo zoológico, advierten un eficiente aprovechamiento de la oferta trófica (de cadena alimenticia) local. Esta circunstancia posibilita la existencia de poblaciones abundantes que, en determinadas épocas del año, puede aumentar su densidad hasta valores que superan los 500.000 individuos por metro cuadrado.
Entre las ventajas que ofrece el grupo zoológico, en términos de posibilidad de explotación, se destaca que son autóctonos, lo cual elimina el riesgo de contaminación biológica que implicaría la introducción para el cultivo de especies exóticas; tanto su tamaño general como el de su cola son similares al de sus parientes marinos; su sabor es suave, debido a la ausencia de yodo en el medio de cultivo; contiene un alto valor proteico, cercano al 70%; y presenta un índice de colesterol muy bajo. Todas estas particularidades hacen de estos decápodos de agua dulce, una fuente importante de alimentos, tanto para el sistema biótico que integran, como para el hombre.

ALTERNATIVAS. En cuanto a las formas de realizar los cultivos, el proyecto de la Uader propone dos métodos. El primero es la siembra en jaulas flotantes en los cauces de los ríos, las cuales deben ser rotadas para evitar el incremento de la materia orgánica proveniente de las heces de los camarones. Se trata de una práctica que intenta superar aquélla que surgió en primera instancia y que planteaba el cultivo en los márgenes de los ríos, una alternativa que presenta la dificultad de dejar expuesto al grupo en estudio a la acción de agrotóxicos (cipermetrina, endosulfán, glifosato, entre otros) y que en altas concentraciones pueden llegar a eliminarlos.
El segundo método sugerido es el establecimiento de granjas de camarones en arroceras, práctica común en países asiáticos, como Tailandia. En este caso, la producción de arroz se beneficia con el aporte de nutrientes contenidos en la materia orgánica que se encuentra en los excrementos de los decápodos. Esta actividad requiere de una cuidada coordinación, para aprovechar adecuadamente las etapas de inundación y drenaje de la plantación.
Según comentó Pablo Collins, “los avances en la acuicultura de crustáceos fueron en relación a poder reconocer áreas potenciales de cultivo, buscar la metodología más apropiada y las especies deseadas. No obstante, no hemos tenido suerte o no hemos sabido transferir bien nuestra información a los productores, para interesarlos en este tipo de cultivo. Además no hay una cultura de cultivar otra cosa que no sea carne”.

OTROS ESTUDIOS. De esta investigación surgieron nuevas líneas de trabajo sobre las que los investigadores buscan profundizar. En ese sentido, Collins dijo que una “se refiere a la acuicultura y la posibilidad de cultivar una langosta entrerriana, aunque se trata de un estudio incipiente y necesitamos recolectar más material para realizar un trabajo serio”.
En tanto otra línea de investigación en marcha, estudia la relación entre el hombre y estos grupos zoológicos. “Si bien se ha examinado la afectación sobre el crecimiento, ahora estamos estudiando la influencia de los agrotóxicos en la reproducción y en el funcionamiento de los órganos internos, circunstancia que puede tornarse dramática en un futuro cercano”, precisó Collins. “A nivel de la biología, seguimos analizando cómo se relaciona este grupo con la dinámica de los ríos, con los períodos de crecidas y bajantes”, comentó.

 

(fuente: EL DIARIO – Miércoles 21 de abril – pág. 5 – 2da. Sección)