OPINIÓN: “10 DE JUNIO, DÍA DE LA SEGURIDAD VIAL. ¿POR QUÉ?”
"… proponemos plantear el compromiso social de intentar, por un día solamente -tal como lo sugiere Alcohólicos Anónimos para su temática-conducir el cuerpo y/o el vehículo (algo válido tanto para peatón como conductor) según las normas, con ánimo de conocer el riesgo implícito y con respeto hacia el otro. Y nada más que eso." Por: Ing. Nelson Bustos
Algo obvio: cuando se conduce un automóvil moderno se lo hace desde el lado izquierdo del mismo porque allí está el volante. En una encrucijada, el conductor mirará hacia su derecha y deberá evitar que el parante de la puerta, el parasol ocasionalmente bajo, los calcos obligatorios del parabrisas, el acompañante que podría moverse sorpresivamente y los vidrios de las puertas derechas, según iluminación, hora, reflejo y limpieza, muestren sin interferencias lo que pueda haber del otro lado para poder evitarlo a tiempo. Hacia su izquierda todo el panorama está a disposición. Es decir, el potencial obstáculo móvil que avance por uno de los laterales en una encrucijada resulta de distinta dificultad de observancia, siendo la aproximación por izquierda (la del lado del conductor) la más fácil de detectar, y por ende, más difícil de ver la aproximación por derecha.
Por ello convendría que quien va por la derecha sea quien debe ceder el paso, pues desde allí el conductor ve al de su izquierda con más facilidad, por lo que podrá frenar antes y minimizar el riesgo de contacto eventual. Al que va por la izquierda le es más difícil mirar a la derecha. Entonces, algo no tan obvio: frenar le tomará más tiempo y aumentará el riesgo de colisión.
En países como Inglaterra, Japón y Australia es casi todo al revés: se conduce por la mano izquierda y el volante está a la derecha del automotor, por lo que ven más fácilmente lo que ocurre de ese lado, en tanto la obligación de ceder el paso sigue siendo para quien se aproxima por la izquierda en un cruce. Es decir, los preferentes de paso son justamente los que deben ser: los del lado que mejor son vistos. La ecuación es simple.
Las cosas están invertidas, por lo tanto, en gran parte del globo, y la seguridad vial pierde así una oportunidad. Y también Argentina. En otros países, ese error quedó sólo en eso y de conocerlo sus comunidades conviven con el error a sabiendas, pero no se jactan de ello. Se aprende a sobrevivir dadas las circunstancias pero no se festeja el hacerlo. Esto no ayuda pero tampoco empeora las cosas, lo que ya es algo. En nuestro país, de nuevo, hacemos lo contrario.
Asignar una fecha en especial para tomarla anualmente como el Día de la Seguridad Vial es un muy importante paso para mostrar que la temática siniestral viaria se toma en cuenta. Las reuniones y acciones que a partir de allí se generen mostrarán seguramente las distintas inquietudes e iniciativas que con el paso del tiempo se dividirán entre aquello que se concretó y entre eso que sólo quedó en palabras. Sin embargo, elegir como fecha señalada el día que en el país se cambió su mano de circulación para asemejarnos a la generalidad (derecha, por la anterior izquierda), y por esa razón argumentar que se lo considera el día ideal para llamarlo "de la Seguridad en el Tránsito " (ese fue el argumento esgrimido el 10 de junio de 1945 y se lo sostiene hasta la fecha con un moderno "Día de la Seguridad Vial"), demuestra un mal consejo recibido o una equívoca interpretación de lo que la seguridad vial es o debería ser. Mas allá que fuera o no real la inexistencia de accidentes ese día a cuenta que las noticias en esa época no viajaban tan rápido.
El querer ser igual a la mayoría no nos convierte necesariamente en más seguros. Y las calles con mano única nos muestran claramente que allí ya no interesa por cual carril se circule. En cambio, la ubicación del volante y la mejor oportunidad de visión si importa, y siempre. Por lo tanto, mala elección del día, o del motivo.
Tras ese 10 de junio la preferencia de paso se mantuvo mientras el carril de circulación cambió de lado y el volante lo siguió detrás. Es decir, a partir de ese día, la siniestralidad vial tiene otra causalidad a su favor. Y eso no es motivo de festejo, de buen recuerdo o siquiera mención, o, al menos, es impropio hacerlo con este nombre.
¿Algo obvio?: una colisión es súbita y los instantes previos también lo son, de lo contrario habría negligencia manifiesta o intencionalidad. Por lo cual, cada fracción de segundo ganada en pro de la anticipación y hacia la prematura y acertada decisión resulta muy valiosa. Es fundamental, ya está claro, mirar antes y mirar mejor. El mundo se olvidó de cambiar la preferencia de paso al cambiar el volante de lugar, y seguramente a estas alturas no hay camino de vuelta (ni pretendemos ahora que lo haya), pero los visionarios países que nunca hicieron el cambio tienen menos siniestros, y tal vez una de las razones, más allá de otras culturales y emocionales, sea ésta.
Como sea, el festejo no es un buen ejemplo aunque sirva como excusa para la reunión, el llamado de atención mediático y el planteo de mejoras. Hay otras motivaciones para justificar la convocatoria, pero deben ser oportunas y sin fallas, pues, aunque la idea tenga virtudes, y efectivamente las tiene, aquella falla contradice el espíritu de lo que se celebra.
Como la crítica sin propuesta tampoco es muy útil, proponemos plantear el compromiso social de intentar, por un día solamente -tal como lo sugiere Alcohólicos Anónimos para su temática-conducir el cuerpo y/o el vehículo (algo válido tanto para peatón como conductor) según las normas, con ánimo de conocer el riesgo implícito y con respeto hacia el otro. Y nada más que eso. Si se logra, será un Día de la Seguridad Vial digno de festejar y copiar. Si no se logra, otras cuestiones deberán preocuparnos mucho más que buscar otro día especial.
Por el Ing. Nelson Bustos.